Puso el viejo vinilo en el giradiscos, no sin antes limpiar el polvo acumulado desde la última vez.
Él Se agarró a su talle, y ella a sus hombros. En esa posición la vida se detenía.
Bailaron durante poco mas de tres minutos, pero durante ese tiempo, solo con su mirada primero, y los ojos cerrados mientras danzaban, se dijeron lo que en treinta años de convivencia se decían todos los días. Sin palabras.
Y es que, para celebrar su aniversario, desde el día que se prometieron amor eterno, se dedicaban unos minutos para rememorar que la vida tenía sentido mientras se tuvieran el uno al otro. Mientras hubiese cariño, una caricia, un beso o un roce que les recordase que no había nadie mas feliz.
La vida era de color rosa un día al año al menos.
Autor: Gabriel del Molino
1 comentario:
Me he quedado por su sencillez y su belleza
me ha encantado.. escuchar la música y verlos bailar.
un saludo
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