Contribuyentes

BUZÓN

Enviad vuestros relatos para que la biblioteca crezca

fsabadia@live.com

sábado, 29 de enero de 2011

LUCIÉRNAGAS






Creyeron que lo peor era ese preciso instante de estruendosa negrura cenital. Para iluminarla susurraron sus nombres con voz temblorosa, apenas audible. La palabra es candil, pero no alumbraba lo suficiente. Avivaron la llama, conatos de caricias anhelantes, gestos crispados para verse sin luz. Tacto áspero convertido en ojo. El negro es la ausencia de todo color. Entonces recordaron sus contornos: amor rosa, sexo carmesí, melancolía violeta, infancia añil, amigos naranjas, desencanto marrón, ternura magenta, despreocupación verde, fiesta amarilla. Se hicieron resistentes, tenían tiempo suficiente para narrar matices, y cada día fabricaban destellos pese a no tener ni sombra.
Arriba, en la boca de la mina, los familiares continuaban alimentando una sonda con la inmensa claridad de la esperanza.



Autora: Arqui-Loca




sábado, 22 de enero de 2011

TODO POR UNA CANCIÓN



Andreas se levantó más tarde de lo acostumbrado. Sus compañeros de infortunio que, como él, habían elegido dormitorio bajo el Pont Neuf, madrugaron mucho más y ésto le incomodó sobremanera. Se lavó junto al Sena y volvió a vestir su viejo traje raído. Había decidido gastarse las últimas monedas que rondaban por su bolsillo en un tranquilo bistró, que quedaba cerca de Ópera, pero no para comer sino para entonar su destartalado cuerpecillo con un acertado pastisse. De camino por Concordia, las personas trajeadas le miraban de arriba abajo, con repugnancia, pero algo había llamado poderosamente la atención de Andreas, impidiéndole pensar en devolver esas miradas de desaprobación. Una música nacida en la caja de un violonchelo, atraía a Andreas como una flauta a las ratas de su calaña y no podía evitar que sus pasos, más o menos certeros, se dirigieran hacia el músico callejero. Aquel músico interpretaba una melodía francesa que Andreas solía bailar con mujeres bellas, cuando el tiempo todavía no había malogrado su semblante. El hombre interpretaba la canción con tanta pasión, que parecía jugarse la vida en ello y probablemente su cena la conformaba las pocas monedas que ocupaban su cestillo. Así, al compás de “Comme d’habitude”, Andreas sintió algo que hacía mucho tiempo no notaba, una especie de latido revitalizante que dirigió sus pasos hacia el músico, su mano al bolsillo y las pocas monedas que tenía, al cestillo del violonchelista callejero. Aquel día, Andreas no se emborrachó, pero durmió feliz, recontando los recuerdos de juventud que aquella música había pintado en su memoria.

Dedicado a la figura de Andreas, del relato “La leyenda del Santo bebedor” (Joseph Roth)



Autor: Marcos Callau






sábado, 15 de enero de 2011

CAMBIAR DE VIDA





El teléfono estaba abandonado sobre el banco de madera del vestuario. Cuando he salido de la ducha, ya no quedaba nadie. El altavoz anunciaba que el gimnasio cerraba en diez minutos. Así que me he dado prisa en vestirme, aún a medio secar, pensando en si la dueña del móvil alcanzaría a regresar a buscarlo. Es imposible que no se dé cuenta, me decía, de que lo ha perdido. Si suena, lo cojo, y a quien llame le digo que le avise de que lo dejo en recepción. No, no lo cojo, aunque suene, no llamo a ningún número de la agenda para que le digan, lo dejo en recepción y basta, a mi qué me importa si se da cuenta o no. Ya lo buscará.. La noche es cálida, pero el pelo mojado me hace sentir un poco de fresco al salir a la calle. Un poco más y no me doy cuenta de lo que en realidad estaba pasando. Pero al fin había llegado a tiempo de cambiar el móvil abandonado en el banco por el mío, justo unos segundos antes de que desde el baño hubiera oído a la otra, que ya ha empezado a ser yo, entrar en el vestuario apresuradamente y coger mi teléfono que he dejado en el banco blanco de madera, llevándome el suyo. En la misma puerta del gimnasio he sabido que ahora me llamo Laura. Me gusta. Y la voz de mi nuevo novio, también. Mañana he quedado a la salida del gimnasio con él. Así me acompañará a casa y sabré dónde vivo y poco a poco mi vida y la de ella cambiarán.





Autora: Luisa Miñana




sábado, 8 de enero de 2011

JUSTICIA





Lamentarán el error del año pasado. Tenían la sesión aquella misma tarde, la que aceptaron a cambio de disminuir condena. A través de aquel cristal pude asistir al momento en el que el psiquiatra tuvo que detener la hipnosis, el corazón empezaba a fallarles entre terribles convulsiones y gritos de dolor. Ahora ya saben lo que es perder a un hijo.




Autora: Isabel González



Seguidores

Todas las fotos son de internet