Llovía con furia desde hacía unos minutos y casi fue un alivio parapetarse en aquella gasolinera.
El bajó del coche, se puso los guantes de plástico y comenzó a llenar el depósito mientras yo buscaba la tarjeta en mi monedero.
Con ella en la mano y memorizando el importe me acerqué a la caja del establecimiento.
Cuando la dejé junto a mi DNI sobre aquel mostrador atestado de chicles, caramelos de regaliz y reclamos varios no pude evitar reparar en esto: VALIDA HASTA 03/12
Por un momento sentí el inquietante vértigo de lo incierto.
El bajó del coche, se puso los guantes de plástico y comenzó a llenar el depósito mientras yo buscaba la tarjeta en mi monedero.
Con ella en la mano y memorizando el importe me acerqué a la caja del establecimiento.
Cuando la dejé junto a mi DNI sobre aquel mostrador atestado de chicles, caramelos de regaliz y reclamos varios no pude evitar reparar en esto: VALIDA HASTA 03/12
Por un momento sentí el inquietante vértigo de lo incierto.
Autora: Lamima