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sábado, 31 de marzo de 2012

EL EBRO











Esta primavera decidí beberme el río Ebro, una ancha y sinuosa arruga que atraviesa la tierra aragonesa. Abordé mi plan con absoluta determinación, como quien afronta convencido un proyecto insondable. Cada ruborizado atardecer me agachaba junto a la orilla y sorbía despacio, durante horas. Me tragaba todo lo que llegaba a mi boca: agua, barro, peces, troncos a la deriva, todo. Saciado, volvía a casa contento, viendo detrás de mí a un gigante reducido poquito a poco. No le conté a nadie mi secreto, hasta que la gente empezó a advertir el descenso de caudal. Llegó el verano y se podían ver los peces en el fondo, y las basuras que los niños arrojaban. Todos hablaron de deshielos, cambios climáticos y falta de lluvias.
Tontos, ninguno cree que fui yo cuando declaro mi culpa desde el puente.








Autor: Oscar Bibrian






sábado, 24 de marzo de 2012

MAR








Y despertó celebrando su despertar en soledad, descubrió su nueva intimidad con alegría, recordó mágicos y pequeños momentos que la vida le ofreció con generosidad. Un cálido aire emergiendo de la tierra, un micro clima sólo para dos, un momento cómodo y feliz, otro más, uno más. Y supo por fin que otros llegarían, se dejaría llevar esperándolos con serenidad, llegarían para dar seguridad a su desconfiado cuerpo, se precipitó en un mar de deliciosa indiferencia regalando a la vida una sonrisa plena.





Autora: Andrea Paparella






sábado, 17 de marzo de 2012

SE CERRÓ EL PARÉNTESIS




Durante años mantuvimos una relación epistolar, intercambiamos miles, millones de palabras diariamente.Ella, me escribía en verde y yo la contestaba en azul. Escribes igual que Neruda le decía y ella sonreía; lo notaba en la suavidad de sus trazos, en sus líneas y en sus párrafos. Durante años mi sangre fue de color verde, no podía vivir sin sus letras que llegaban puntualmente en respuesta a las mías. Entraban por los ojos y llegaban directas al corazón y así entre letras nos amamos, nos acariciamos y nos soñamos.
Agosto terminó como todo que comienza termina; yo, como de costumbre escribí en azul pero no obtuve respuesta, esperé hasta el día siguiente y volví a escribir. Esta vez la respuesta fue un paréntesis cerrado y un punto, acompañando, en negro, ni siquiera en verde. Yo pensé que parte del mensaje se había perdido o que era una de esas caras que se envían los jóvenes hoy en día con el móvil y volví a escribir en azul preguntando por su significado. Un largo silencio me llevó a la realidad, un escalofrío me recorrió todo el cuerpo y se me heló el corazón. Me di cuenta que todo había acabado que era un punto y final, así de golpe sin más palabras que explicaran los motivos y el porqué. Hoy sigo sangrando pues el paréntesis quedó clavado en mi corazón como aquellos soldados españoles de la División Azul que los rusos dejaron clavados cruelmente con picos en la posición que defendían.




Autor: BLOPA DARUNE


sábado, 10 de marzo de 2012

LA LLAVE










Me regalaron una llave, una hermosa llave, y lo hicieron (de esto no me cabe la menor duda) con la mejor de las intenciones. Pero deliberadamente o no aquél resultó ser un regalo fatal que vino a cambiar de forma radical mi vida.

No puedo tenerlo más claro. Desde el preciso instante en que la pusieron en mis manos (aquí la tengo en mis bolsillos) la llave me domina, es la dueña de mi voluntad y yo soy fatalmente su esclavo, pues de la mañana a la noche busco con obcecado afán (no hago otra cosa) la puerta que abre, la puerta en la que se halla la cerradura en la que a de encajar, la puerta que habrá de llevarme a saber a qué recámaras y/o habitaciones ignotas, secretas, a qué otros ámbitos enrarecidos, a qué extremas dimensiones de lo desconocido…






Autor: Carlos Enrique Cabrera






sábado, 3 de marzo de 2012

CITA A CIEGAS








Había fantaseado tanto con aquel encuentro, pero nada fue como ella había imaginado, nunca la vida estuvo a la altura de sus sueños. No se paró ni a pensar ni a lamentarlo -¿para qué?- abatida y conformada, se levantó despacio, se dirigió a la entrada, abrió la puerta y se marchó.





Autor: Pilar Aguarón






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