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domingo, 12 de julio de 2009

NUBES DE POLVO






Una nube de polvo y estruendo me trajo el primer recuerdo inesperadamente, de sopetón: consignas breves y primarias, eslóganes ridículos inflamados por la rabia y decenas de brazos rígidos como estacas elevándose amenazantes hacia el cielo. Fue al intentar refugiarme en el portal, sucio de sudor y de miedo, cuando me asaltó la segunda imagen: el rostro ensangrentado de un joven abatido y la mano enérgica, implacable, descargando todo su odio irracional. Mi vida entera ha sido una lucha constante por borrar toda mancha de mi biografía, por ocultar al mundo ciertas vergüenzas que hubieran impedido el reconocimiento y el éxito profesional al que al final he tenido acceso. Y tengo que decir que había logrado mi propósito sin muchas dificultades. Pero al caer de rodillas, tras ser alcanzado en los riñones por el bate salvaje de mi agresor, en mi cabeza se reprodujo como si lo estuviera contemplando ahora mismo el tercer y más indigno de los recuerdos: mi propia imagen patética, la camisa azul, las gafas oscuras, las botas de cuero, el pelo corto y las cadenas rojas de sangre pendiendo de mi mano derecha, reflejada en el escaparate todavía intacto de aquella vieja librería cuyas vitrinas teníamos la orden de destrozar. El golpe terrible, casi mortal, que recibí en el rostro justo en ese instante me impidió seguir escrutando en mi memoria. Aquel joven uniformado que me apaleaba con saña fue incapaz entender por qué, en vez de expresar el dolor más extremo o retorcerse en una mueca de pánico, mi rostro se adornaba de una sonrisa beatífica, inmaculada, reparadora, antes de verme inmerso en una profunda y delirante nube blanca de donde tal vez –según me pareció escuchar a uno de los enfermeros que me recogieron del suelo– no iba a poder volver a salir nunca más.



Autor: Carlos Manzano



3 comentarios:

Laura Gómez Recas dijo...

Estupendo relato, Carlos. Bien armado.

La paradoja siempre es una ficha estupenda para mover una historia.

Un abrazo y mi felicitación.
Laura

ybris dijo...

Terrible.
Sobre todo para quien la violencia que ejerció se vuelve ahora en contra suya.
Entiendo que pudiera parecerle catártica.

Abrazos.

39escalones dijo...

Quien a hierro mata, etc.
Abrazos sendos.

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