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domingo, 10 de mayo de 2009

LA VIEJA ESCALERA




Sus pasos iniciaban un titubeo en el preciso instante en que peldaño a peldaño, pisaban la vieja escalera. La misma, que en su niñez, descubrió un día alcanzando su final, y convirtiéndolo en su rincón secreto.
Crujidos aislados le susurraban imágenes de días pasados, y buscó recuerdos entre paredes viejas de madera, movió con esfuerzo baúles llenos ilusiones, de tiempos pasados y promesas hechas de las que jamás te olvidas. Sus manos acariciaron los sueños allá guardados, mientras que sus ojos, en el mar de la añoranza.
Sus labios anhelaron aquel primer beso, dibujó su rostro en el aire y beso nuevamente sus labios… ese minucioso instante en que la inocencia de sus 17 años, los cobijaron en dudas y miedos y aun así, decidieron entregarse… una carne trémula despertaba, entre palabras aprendidas, de versos oídos en el eco de un trovador, y el gemir de sus tempranas voces eran las notas musicales de una nueva canción…
Se sonrojó por lo que había sentido en éste preciso instante. Se sentó sobre el viejo baúl, y le dio una pausa a sus deseos.

Te vi llegar, -le dijo ella- y él se sorprendió. La miró, y observó aquel cuerpo de mujer, sus zapatos negros de tacón, su falda moldeando sus caderas, su blusa hospedando sus pechos, y sus labios albergando besos…

Y sus pasos iniciaban un titubeo, en el preciso instante en que anhelaron tocarse…
Y en el silencio del atardecer, se oyó gemir.


Autora: Sarbalap



3 comentarios:

Laura Gómez Recas dijo...

Qué bien descrito el ambiente de esa escalera que huele a pasado. Las sensaciones con aroma a nostalgia y, lo mejor, el deseo aquel que sigue tan vivo como si la escalera no hubiera sido retomada aún.

Enhorabuena. Me gustó mucho.
Laura

Doberka dijo...

Románticos recuerdos los que contiene tu micro relato, Sarbalap. Me ha encantado leerlo.

Besos

ybris dijo...

Recuerdos hechos realidad.
Por lo menos en el deseo.
Debe de ser la sublimación de los primeros sentimientos que todos guardamos en polvorientas trojes.
A veces la madurez se enternece con la juventud pasada.

Muy bueno, Sarbalap.

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