Cuando fue perdiendo el oído y no podía escuchar desde el patio las noticias de la radio le pedía a su esposa que le contara lo que pasaba. Ella, entonces, con una sonrisa, inventaba catástrofes y accidentes, golpes de estado remotos y aumentos, aún mayores, de los índices del costo de la vida. Otras, según su estado de ánimo, le transmitía con aire abatido, noticias sobre salvamentos heroicos, actos de generosidad y altruismo sin límite, como si estuviera hablando de lo sucedido hacía mucho tiempo.
Autor: Fernando Ainsa
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