La liebre no tiene la culpa del pecado original de Adán y Eva. Sin embargo, creada el sexto día del Génesis, no se sabe muy bien porque fue también expulsada del paraíso terrenal (las liebres no comen manzanas) y ahora anda a salto de mata por nuestros campos, esquivando los cartuchos de los cazadores. Como les pasa a tantos otros animales — codornices, patos y perdices— los justos pagan por los pecadores. Es más, son los descendientes de Adán, el presunto pecador, los que cargan las escopetas al hombro y los que cultivan y cosechan con ingenio y eficacia una gran variedad de manzanas.
Autor: Fernando Ainsa
La historia de los hombres es paradójica por naturaleza... y sutilisimo el acerado ingenio de este relato.
ResponderEliminarGenial genial. Abrazos.
ResponderEliminarEstupendo relato.
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