Hace dos años un 17 de enero, San Antón, mi mujer me dejó por un amigo de la infancia. Acabé solo en la terraza comiendo las rosquillas azucaradas. Ese mismo día se anunció la creación del primer Maratón de la ciudad. Me decanté por correr. Decidí participar en esos cuarenta y dos kilómetros de calles vacías, y zapatillas de suela blanda. Cuando faltaban dos semanas para la carrera en una revisión de empresa me diagnosticaron una cardiopatía. Los médicos me desaconsejaron que corriese. No les hice caso, podía superar una segunda rotura de corazón. Iría a mi ritmo sin forzar más de lo necesario. A los cinco kilómetros me fije en una corredora cuyo dorsal era el PIN de mi VISA, intenté seguirla. Tras once kilómetros juntos creí enamorarme de nuevo. Aumentó su zancada y ya no la he vuelto a ver en la vida.
Autor: Jesús Cuartero
Al menos, no se rompió el corazón por segunda vez. O tal vez sí, pero no en la carrera.
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