sábado, 23 de octubre de 2010

EL REGALO








Ella –la mujer que habría hecho enloquecer de lujuria a más de un hombre- me entregó el mejor de sus sueños como muestra de amor infinito hacia mí. No supe qué decirle. No la amaba, en modo alguno, pero se trataba de un regalo fabuloso, que no podía rechazar por nada del mundo, así que lo acepté de buena gana, asegurándole además que yo también la amaba, con toda mi alma. Sin duda se dio cuenta de mi mentira –nunca he sabido mentir, ni de niño-, pero hizo como si se lo creía y nos casamos. Fuimos muy felices. Tuvimos tres hijos, una casa preciosa y montones de alegrías. Nunca la amé, tal y como yo entendía que debía de ser el amor, pero nunca me sentí infeliz. Por las noches, mientras abrazaba el sueño que ella me había regalado con tanto amor, me sentía el hombre más dichoso del mundo.


Autor: Roberto Malo


3 comentarios:

  1. La vida la podemos acomodar en pro de la felicidad...pero...cuantos matices tiene la felicidad...cuantos grados de felicidad...en cual pondrias tu felicidad?
    un abrazo

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  2. Estupendo Roberto, aunque ya nos tienes acostumbrados. Me recuerda este relato (en el ambiente y la temática) al que abre "La luz del diablo". Me gusta cuando hablas de estas cosas. Enhorabuena. Un abrazo amigo.

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  3. Un relato muy real y mucho más frecuente de lo que creemos, y quizá de lo que debiera...

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