Quería hacer muchas cosas, tal vez no podría todas, pero cuantas más hiciera mejor, el viaje era muy largo y el tren comenzó su trayecto con mucha lentitud, podía recrearse admirando el paisaje, la luna, las estrellas...
Sin saber cómo, y sin ser consciente del tiempo transcurrido, se encontró de pronto en un tren de alta velocidad, vio que faltaba poco para llegar al final del viaje, no había hecho nada, o casi nada, de lo que tenía programado, ya no había vuelta atrás, había perdido todas las oportunidades, sintió una gran desesperación y deseó llegar cuanto antes a su destino, cerró los ojos y saltó del tren cuando éste había alcanzado la máxima velocidad.
Sin saber cómo, y sin ser consciente del tiempo transcurrido, se encontró de pronto en un tren de alta velocidad, vio que faltaba poco para llegar al final del viaje, no había hecho nada, o casi nada, de lo que tenía programado, ya no había vuelta atrás, había perdido todas las oportunidades, sintió una gran desesperación y deseó llegar cuanto antes a su destino, cerró los ojos y saltó del tren cuando éste había alcanzado la máxima velocidad.
Autora: Luna Domingo
Muy original. Los trenes y las estaciones siempre son inspiradores pero este viaje que comienza en un tren lento y acaba a alta velocidad con la vida del pasajero me ha parecido genial.
ResponderEliminarSi es que los lentos no tenemos remedio:
ResponderEliminarde los viajes sentimos con Machado:
"¡Este placer de alejarse!
Londres, Madrid, Ponferrada,
tan lindos... para marcharse.
Lo molesto es la llegada."
Besos, Luna. Muy bonito.
Un abrazo, Fernando.
Todos queremos saltar de algún tren en marcha alguna vez...
ResponderEliminarBesos