Trece de abril, el silencio al fin se rompió en un frío mensaje con el que pretendía terminar una gran historia. Yo decidí hacer la despedida más cálida, así que la llamé. Me descolgaron el teléfono pero me llevé una sorpresa al ver que ya no era ella la que hablaba. Un ventrílocuo dirigía desde la sombra a una muñeca que sólo movía los labios. Fue amargo escucharle decir cosas que nunca sintió al amor de una y mil vidas. Fue triste acabar una historia teniéndole que decir adiós a una marioneta de trapo con el alma robada.
Autor : Marcos Callau Vicente
9 comentarios:
Enormemente agradecido Fernando. Además es un relato muy especial para mi.
También es triste para una muñeca saberse dirigida. Saludos.
Lo más impersonal, en este caso, el mensaje, era lo único que alcanzaba a hacer en su universo de "marioneta de trapo", quizá no se le podía pedir más...
Mucha esencia en 98 palabras.
Un saludo
Cuando algo ya no se siente, es muy difícil darle vida a las palabras.
Besos.
muy bonito....
Todas las despedidas son así... dichas por muñecos de trapo dirigidas por los ventrílocuos del desamor, del orgullo o la cobardía..
Un beso.
Lo vivo como una gran metáfora sintentizada en pocas líneas (las estrictamente necesarias).
Es realmente triste descubrir al desconocido en el que estuvo tan cerca, pero lo es más sentirle como un muñeco sin voz propia.
Laura
Comprendo las 98 palabras a la perfección. Grandes lineas y lleno de sentimiento.
Chabi
Triste es despedirse.
El hacerlo ante una figura es trágico.
Mejor no despedirse.
Abrazos.
98 palabras y un frio adiós que sale de una boca y voz sin alma.
Un buen micro-relato, Marcos.
Besos
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