Imposible esconder sus opiniones. Asumió que los hombres no lograrían comprenderla nunca, aquella conclusión la desesperó, no soportaba la soledad, tampoco la compañía resignada ¿Quién sería su testigo? Nadie. Ansiaba sexo, caricias, observar el deseo en otros ojos. Mientras tanto y por primera vez, presa de gran nerviosismo, esperaba al hombre que había contratado para llenar de afecto un puñado de sus horas, en una habitación de hotel.
Autora: Andrea Paparella
Andrea
ResponderEliminaresta micro es excelente. Me puedo imaginar la historia e incluso alucinarla, besos