Cada vez que me monto en el 40 me acuerdo de la noche que depositamos tus cenizas en la fuente de la Plaza España. No me puedo olvidar del momento en que me pediste que ejecutase tu última voluntad. No me extrañó tanto el lugar como que fuese precisamente yo el elegido. Siempre me habías dicho que si hubieses sido de familia bien o te hubiese tocado la Primitiva te hubieras comprado un apartamento en el edificio de la cúpula del Banco Zaragozano. Recuerdo que me llamaste por teléfono y pensaba que querías quedar conmigo para darme una paliza por haberme casado con Paula. Me juraste que hacía por lo menos dos años que ya no te apetecía partirme la cara, aún así acudí a la defensiva e intenté no darte la espalda en ningún instante.
Me dijiste –Carlos, me muero entre Paula y tú me habéis destrozado el alma y jodido la sangre.
No me creí ni una sola palabra de lo que me contabas sobre la leucemia y la quimioterapia. Me hiciste prometerte que esparciría tus cenizas en la fuente de la Plaza España. Yo por librarme de ti te dije que sí. No te fiabas de mí, claro está que después de lo de Paula no me extrañaba. Me hiciste firmar en una servilleta de los Espumosos que acataría lo que me legases en tu testamento.
A los tres meses vino a casa un notario que tenía su despacho en la Avenida Madrid. Me entregó una urna rococó con tus restos, un bulldog francés que se llamaba Nunca y una fecha en la que Paula y yo debíamos verter tus cenizas en la fuente. La noche que lo hicimos volvimos por los porches del Paseo Independencia sin hablarnos, sin apenas mirarnos a la cara. Ahora que voy en el 40 me acuerdo de ti y pienso en que al llegar a casa tengo que sacar a pasear el perro. Ni muerto has salido de nuestra vida.
Autor : Jesús Cuartero
3 comentarios:
Muy emocionante tu relato, enhorabuena Jesús. Me ha encantado la cantidad de lugares que nombras de nuestra ciudad, incluso ese Bar legendario de Los Espumosos que hoy permanece cerrado para siempre víctima de un incendio y ya sólo estará en nuestros recuerdos. Es curioso ya que hablas de cenizas y esa servilleta en la que firmaste también hoy será ceniza. Una vez más, mis felicitaciones.
Dicen que la venganza se sirve en plato frío, esta sí que fue así, y muy frío.
Besos Jesús, y para ti también, Fernando.
¡Qué deliciosa venganza!
Besos.
Laura
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