Un hombre dudaba entre casarse o no con su novia, con la que llevaba ya seis primaveras. Para hacerse una idea le pidió a un adivino que le mostrase en su bola de cristal cómo estaría ella al cabo de dos años. La bola reveló una imagen de su novia con al menos treinta kilos de más.
Ante semejante visión, el hombre decidió abandonar a su esbelta novia, y ésta, desesperada, sintiéndose morir, empezó a comer y comer como una loca.
Autor: Roberto Malo
¡Qué bueno! Ingenioso. Es la retórica del destino. ¿Será una mera paradoja el destino? Como en el cuento del jardinero que soñó con que la muerte le miraba con gesto amenazador.
ResponderEliminarUn abrazo,
Laura
Roberto, no seas malo, lo importante es el contenido, no el continente, al menos eso dicen.
ResponderEliminarBesos para los dos.
Gracias, Laura, el destino es lo que tiene...
ResponderEliminarY soy malo, Irene, no lo puedo evitar. En cualquier caso, no me hago responsable de las decisiones de mis personajes.
Que creativo :D
ResponderEliminarAl final el adivino tuvo razón, pero quizá si el novio no hubiera hecho caso, la mujer tendría un futuro distinto. Genial, Roberto.
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