domingo, 28 de junio de 2009

LA TARJETA



Llovía con furia desde hacía unos minutos y casi fue un alivio parapetarse en aquella gasolinera.

El bajó del coche, se puso los guantes de plástico y comenzó a llenar el depósito mientras yo buscaba la tarjeta en mi monedero.

Con ella en la mano y memorizando el importe me acerqué a la caja del establecimiento.

Cuando la dejé junto a mi DNI sobre aquel mostrador atestado de chicles, caramelos de regaliz y reclamos varios no pude evitar reparar en esto: VALIDA HASTA 03/12

Por un momento sentí el inquietante vértigo de lo incierto.


Autora: Lamima



6 comentarios:

  1. :) ¿Quién no ha tenido alguna vez esa sensación que eriza la piel y atesta de adrenalina el cerebro?

    Un abrazo,
    Laura

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  2. Es curioso como algo cotidiano nos hace pensar a menudo en esa incertidumbre. Confieso que me ha pasado más de una vez. Por cierto, la última vez que visité un pueblo desconocido fue hace pocos días y en él me olvidé la tarjeta, así que este relato ha tenido cierta ironía para mi. Gracias, un abrazo y encantaod de leerte.

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  3. Es una sensación muy extraña, por un lado pienso, llegaré a esta fecha, y por otro me digo, hasta un trozo de plástico tiene su final.
    Aprovechemos el presente para utilizarla y para vivir.
    Me hubiese gustado conocerte Lamima.
    Besos.

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  4. Tantas veces pasa eso en tantos momentos...
    Y más cuando los años pesan.
    Porque entonces el permiso de conducir acorta plazos y el DNI se vuelve definitivo.

    Paso tarde pero no con menos entusiasmo, Inma. Me ha gustado.

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