De noche vestido, el ahorcado de una rama pende por la penumbra agitada y observa, desde su fatal atalaya, cómo los muertos encienden hachas y al cortejo de autillos iniciar el pálido ritual del sacrificio. La asesina, a todo ajena, cuenta entre dientes el botín dilatando su alma en el extenso mundo mientras los ojos vidriosos del colgado la siguen con la esperanza de recuperarlo.
Autor: Manuel Martínez Forega
5 comentarios:
Estupendo relato. Me ha fascinado la brevedad con la que describes la precisa circunstancia que define dos vidas concretas, con una prosa levemente poética.
Enhorabuena.
Laura.
Vana esperanza del ahorcado.
Hay botines que no pueden recuperarse.
Una maravilla de relato.
Como no podía ser menos tratándose de quien se trata.
Gracias a los dos.
Abrazos.
Hola fernando!
Me ha encantado el post, como la muerte de esa manera descrita casi resulta atractiva, la noche lo baña casi siempre todo de colores que nada tienen que ver con el suyo..
Gracias por tu entrada...un saludo
Tremendamente directo a la vez que detallista
Saludos
P.D.: buena idea la de este blog
Con este micro-relato me has puesto el bello de punta, Manuel. Fabuloso y escalofriante.
Besos
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