El viernes salí con mis amigas. Cuando regresé a casa mi marido estaba achicharrando en el horno una pizza precocinada, la cena que las niñas han establecido para ese día. Un bocado insulso y seco, que apenas se podía tragar sin acompañarlo de líquido para ayudarlo a discurrir por el tubo digestivo. De haber intentado adivinar y describir a ciegas qué estaba comiendo, salvo un ligero y lejano sabor a pan requemado todo lo demás habría sido como definir la nada masticable y dura. Mientras intentaba deglutir esta nada, pregunté a mi marido qué tal el día. El respondió con monosílaba aspereza, entonces, de repente supe a qué sabía la cena. La pizza de los viernes sabía a matrimonio. Cuando terminé salí a la cocina a tirar los restos, entonces observé el envoltorio en la basura, comprobé que estaba caducada.
Autora: Arqui-Loca
4 comentarios:
Magnífica asociación, original metáfora de una realidad amarga y repetida.
Muy bueno.
Siempre se pueden cambiar los ingrdientes o ...el microwave.
Uno.
Brillante. Me ha encantado el final.
Teniendo en cuenta que el marido se come los marrones de la casa......., no está mal.
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