Nunca debí escapar de sus brazos, ni marchar de esas manos que me entendían y sabían acariciarme como yo quiero, nunca debí huir de aquél que me supo valorar. Pero así soy yo, siempre tan valiente y sin miedo a nada. Quería probar emociones nuevas y un nuevo estilo más acorde con estos tiempos, el viejo ya me tenía aburrida siempre empezando cosas que nunca llegaba a terminar. Una se cansa y se deja llevar por el instinto, por el primero que pasa y te engatusa con sus ganas de tocarte. Me olvidé del pasado, de todos los sentimientos y despojada de ellos aposté por una nueva vida con la promesa de nunca más volver la vista atrás. Después de todo, el cementerio está lleno de estatuas de sal demasiado sentimentales. Yo sólo pensé en avanzar, avanzar y seguir avanzando al ritmo que marcaba mi nuevo dueño. Seguí avanzando ciegamente hasta tropezar con el día de hoy que me encuentro aquí conmigo misma, pensando si realmente todo esto ha servido para algo o simplemente ha sido pura autodestrucción. Mientras mi amante anterior se acercaba a mí con suavidad, éste me posee brutalmente… aunque yo no quiera. Mientras uno me acariciaba con delicadeza, éste me pulsa a golpes, me aporrea y me maltrata. Esta noche, a la luz del flexo, sólo soy una vieja y seca máquina de escribir de segunda mano soñando con que regrese mi antiguo poeta.
Autor: Marcos Callau Vicente
7 comentarios:
Otra vez, Fernando, agradecerte la publicación.
El ritmo del "Nunca" y el del "debí" no deben conjugarse ¿no?.
Nunca se convierte en siempre cuando se pronuncía y debí en ceniza.
Es sólo un énfasis del "no debí hacer tal cosa". En cualquier caso, todo al final se convierte en cenizas.
Estupendo, estupendo. Eso sí, al final siempre hay ordenadores más jóvenes y guapos...
Puede que errara, pero mejor errar que ser estatua de sal.
El relato deja al lector con el impulso de otro cambio. Es hora de volver... a moverse.
((me ha encantado el comentario de MBI))
Un abrazo,
Laura
Pronto ni su actual propietario querrá saber de ella y la cambiará por un ordenador. Buen relato.
Mucho mejor, Laura... desde luego. Muy irónico e ingenioso tu comentario Manchas de tinta. Gracias a los dos por comentar.
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