La niña paquistaní cose el cuero, en la fábrica de Sialkot, donde a los empleados les pagan menos de cincuenta centavos de dólar al día.
El niño occidental ve uno de esos balones con el símbolo de la diosa de la Victoria en unos grandes almacenes. Su padre se lo compra por 35 euros, con tarjeta de crédito, junto con unas botas de reglamento y una camiseta de su equipo.
La niña paquistaní sueña con poder ir a la escuela, entre puntada y puntada que le destrozan las manos.
El niño occidental odia estudiar.
A la niña paquistaní le están robando la infancia.
Al niño occidental se le va la infancia en cada patada y a veces le duelen las puntas de los dedos de sus pies.
Cuando la bota del niño golpea la costura en busca del gol que le permitirá ingresar en el equipo de alevines, en el segundo que separa la grandeza del fracaso, convergen dos sueños infantiles.
Autora : Marina Fernández Bielsa
6 comentarios:
la culpa no la tienen ellos. El niño occidental vive la vida que le dejan, igual exactamente que la niña paquistaní...
¡Claro que la culpa no es de ellos! Su lugar de nacimiento determinó su vida. Lo grandioso del relato de Marina es el final: hace converger los sueños infantiles sobre la costura del balón. Conecta lo que, a priori, parece imposible de conectar, en ese lugar en el que los dos tienen puesto el pensamiento: la insignificante costura del balón.
Laura
No creo que se trate de culpables sino de razones. Los niños no quieren estar donde están porque ellos no eligen nunca. Son los adultos los que lo hacen por ellos(que tampoco elegimos, tan sólo lo creemos) y la sociedad que los adultos no somos capaces de cambiar lo que hace que la vida sea más injusta para unos que para otros. Si intercambiaramos los niños seguiría siendo injusto para ambos. Es la forma de pensar y dirigir de la sociedad mundial lo que puede hacer que los niños puedan vivir su infancia sea cual sea su lugar de origen. Un micro-relato extraordinario y útil. Gracias por hacernos pensar Laura.
Besos
Perdona Laura...quería decir: Gracias Marina.
La injusticia de nacer a un lado o al otro del mundo.
Un beso, Marina.
Menuda diferencia entre ambos sueños.
Un relato para pensar.
Abrazos.
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